
Las secuelas del daño cerebral son diferentes y heterogéneas, y generan distintos tipos y niveles de discapacidad según la persona y la lesión. Con el daño cerebral adquirido pierde sentido hablar de discapacidad física, psíquica o sensorial: son muchas al mismo tiempo, y se presentan en diferentes proporciones e intensidades en función de la persona.
Las secuelas del daño cerebral adquirido se pueden clasificar en:
- Secuelas motoras: hemiplejia, trastorno de la marcha, trastorno del tono postural, temblores, entre otros.
- Secuelas sensoriales: afectación de la audición, olfato y visión, hemiparesia, entre otros.
- Secuelas orgánicas: alteraciones respiratorias, problemas de control de esfínteres, traqueotomía.
- Secuelas cognitivas: alteraciones de la memoria, lenguaje y comunicación, desorientación, trastornos de la percepción, entre otros.
- Secuelas emocionales: ansiedad, depresión, apatía.
- Secuelas conductuales: agresividad, hiperactividad, inadecuación a las situaciones sociales, entre otros.
- Cambios en el nivel de alerta: coma, síndrome de vigilia sin respuesta o estado vegetativo, estado de mínima conciencia.